Trece canciones, palos y mucha influencia rítmica en el último trabajo de Callejeros.
Si de algo se ha instruido al oyente del rock vernáculo ante cada info que involucra a Callejeros en los medios masivos es sobre la diversa terminología legal, propia de los tribunales. “Disco Escultura”, es el quinto disco de la banda de Villa Celina, que cuenta con un packaging novedoso y recargado en la temática de la mitología griega. Con dibujos y diseños de Daniel Cardell y Paula Mangone, el booklet simula un acta judicial, un convenio, un contrato (del “Juzgado de Los Invisibles”), del que sólo tienen conocimiento aquellos que coquetean con las leyes. De noviembre de 2007 a febrero de 2008, Pato, Maxi, Christian, Elio, Juancho, Edu y una serie de invitados (Estela Carbone, Dancing Mood, músicos celtas y españoles entre ellos) consumaron el independiente y sucesor de “Señales” (2006) con el que tiene cierta relación. Ambos son discos melancólicos y nostálgicos salvo que la incertidumbre de “ver qué pasa” ha quedado cajoneada con este último tras las dosis de refuerzo, apoyo y masividad devenidas luego del lanzamiento de aquel material post 30-D.
“Disco Escultura” será prejuzgado pero podría haber tenido un tenor crítico superior. Es un álbum maduro y profesional. De garage, tal vez low fi, y no necesitó quizás tanto mastering, pero es musicalmente explorativo. Un funk contestatario (“Guiños” -letra de Juan Carbone-) demuestra “que la estatua de la entrada tiene los ojos tapados”, dando la bienvenida a trece canciones que incursionan sobre distintos ritmos. Una intro que describe, a criterio de Callejeros, el paño (los tribunales) en el que pronto volverán a defenderse. De allí en más, los vientos atraviesan cada uno de los temas en un ambiente por momentos un tanto groove. Todo lo que pasó cambió la forma de escribir de Pato Fontantet. Las letras tienen un estilo mucho más personal. En el rock “El espejo” el líder parece mantener una charla consigo mismo, donde juega con fragmentos de otras canciones callejeras. Una flauta traversa trae, “La canción”, un reggae a dúo con Estela Carbone. Rock con sello callejero para “Rehén”. Otra en primera persona. La autobiografía de un rockstar de barrio que ve “crecer a tus hijos como si fueran míos” (¿los fans?). Juancho Carbone acuna un bolero, oda a la soledad para “Esa invisible línea” y un teclado reviste las paredes del “Más allá”. También hay ranchera. Sí… “Quedó” que es una clara referencia a la pasta base, y de nuevo rocanrol con “Siempre un poco más”, que cuestiona hasta el hartazgo absolutamente todo. Elio Delgado y Pato se hacen cargo del otro reggae, “El ignorante”, de extensa letra para esperar “Lo que hay” y bajar algunas líneas más. “Señales sale $60 y yo no cobro una mierda”. Una versificación de las más completas para Callejeros que reparte para todos lados.
Llegando al final, “Canción de cuna para Julieta” es dedicada a la hija de Maxi Djerfy. “Si querés que sea yo”, rocanrolera habla en un fragmento de aquella “noche pordiosera” donde Callejeros volvió a tocar junto a Jóvenes Pordioseros. “Porque no mato, ni violo, ni estafo. Hago rock…” con voz nasal escupe Santos Fontanet. Lo más extraño son las reminiscencias de la jota española en la musicalidad de “Pompeya”. El último de “Disco Escultura”. El “Mañana en el Abasto” de CJS. Desgarrado, arrabalero, triste y crudo es un homenaje al barrio porteño de Parque Patricios. La voz de Pato se luce en todo el álbum. Su gola parodiante de tanguero acompaña a una imagen contestataria. Todo lo que le pasó a la banda mutó la manera de componer, transmitiendo textos muy propios. “Disco Escultura” irradia onda negativas conducidas por el fino hilo de lo que, para ellos, son verdades. Hay un crecimiento importante y permanente en lo musical y una necesidad de buscar aliados e identificados con la réplica en su música. Cierto eclecticismo favorecen a ubicar a Callejeros como una banda muy particular, por su nueva búsqueda sonora y porque por más bueno que sea lo último ya todos saben qué es lo que más le importará a los medios.
martes, 19 de febrero de 2008
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